La disfunción eréctil (DE), comúnmente conocida como impotencia, es una afección que padecen muchos hombres, especialmente a medida que envejecen. Se caracteriza por la incapacidad de mantener o lograr una erección adecuada para la actividad sexual. Esta afección puede afectar significativamente a la calidad de vida, la autoestima y las relaciones de un hombre.
La disfunción eréctil es muy frecuente, sobre todo en hombres mayores de 40 años. Según un estudio, alrededor del 40% de los hombres padecen disfunción eréctil a los 40 años. Este porcentaje aumenta casi un 70% a los 70 años. De hecho, la prevalencia de disfunción eréctil completa pasa del 5% a los 40 años a la friolera del 15% a los 70 años. Es evidente que la edad está estrechamente relacionada con la probabilidad de padecer disfunción eréctil.
Es normal que los hombres tengan problemas ocasionales de erección debido a factores como el estrés, el cansancio o el consumo excesivo de alcohol. En estos casos, no suele ser motivo de preocupación. Sin embargo, si la disfunción eréctil persiste durante más de unos meses, es aconsejable que consulte a su médico. Otro punto a tener en cuenta es que si los problemas para lograr una erección se producen más de la mitad de las veces durante la actividad sexual, justifica una visita a un profesional médico.
La disfunción eréctil no sólo afecta a la salud sexual.
Por ejemplo, si una persona tiene disfunción eréctil persistente durante más de unas pocas semanas, podría ser indicativo de problemas de salud subyacentes, como una cardiopatía, especialmente cuando el riego sanguíneo del corazón se bloquea o se interrumpe. Además, las enfermedades que afectan a los nervios o a los vasos sanguíneos, como la hipertensión, las cardiopatías, la esclerosis múltiple, las enfermedades renales y la diabetes, pueden provocar disfunción eréctil.
En la mayoría de los casos, la disfunción eréctil se debe a problemas físicos solos o en combinación con problemas emocionales. Algunas de las causas físicas directas pueden ser enfermedades que afectan a los nervios o a los vasos sanguíneos. Para quienes se preguntan si el problema puede ser psicológico, cabe señalar que, aunque el estrés, la ansiedad y otros factores emocionales pueden contribuir a la disfunción eréctil, no son las únicas causas. En algunos casos, la disfunción eréctil puede ser un efecto secundario de determinados medicamentos.
Existe un tipo específico de disfunción eréctil denominada "disfunción eréctil situacional". En este caso, un hombre puede tener una erección en algunas situaciones pero no en otras. La mejor forma de diagnosticar y tratar este tipo de disfunción eréctil es con un médico que pueda ayudar a determinar la causa subyacente, que puede diferir de las formas más persistentes de disfunción eréctil.
Para cualquier persona que sufra disfunción eréctil, es fundamental mantener una comunicación abierta con su pareja. Esta afección puede tensar las relaciones, por lo que la comprensión y el apoyo de la pareja son cruciales. Si un miembro de la pareja expresa su preocupación por la disfunción eréctil, es esencial tomárselo en serio, hablar abiertamente de los problemas y buscar consejo médico si es necesario. El estrés por el rendimiento puede agravar el problema, por lo que la comunicación abierta y sincera es aún más vital.
Recuerde que, aunque la disfunción eréctil ocasional puede ser habitual y no hacer saltar las alarmas, la disfunción eréctil frecuente y persistente debe tratarse. Consultar a un profesional médico puede ayudar a identificar las causas profundas e iniciar los tratamientos o intervenciones adecuados.